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Historia del lugar
El pueblo viejo de Belchite fue el escenario de una de las batallas más cruentas y relevantes de la guerra civil española, como resultado de ella, gran parte del área urbana quedo derruida y cubierta de escombros. El bando vencedor decidió conservar intactas las ruinas como recordatorio de su victoria.
La zona reúne gran cantidad de vestigios tanto de la guerra como del franquismo. El 24 de agosto de 1937 el Ejército republicano, al mando del general Pozas, inició la batalla de Belchite, que resistió el asedio hasta el 6 de septiembre. El 10 de marzo de 1938 las fuerzas sublevadas de Franco tomaron el pueblo.
El general Franco quiso mantener intactas las ruinas del viejo Belchite como símbolo de su victoria, y mandó construir un pueblo nuevo, a poca distancia del pueblo destruido por los bombardeos. Gran parte del nuevo pueblo fue construído por presos políticos republicanos que vivían en un campo de concentración del que también se conservan sus restos.
Ruinas del pueblo viejo de Belchite
Las huellas de la guerra en Belchite son aún hoy muy presentes: en el pueblo viejo hay un monumento a los caídos por Dios y por España en el que aún se celebran actos falangistas, las calles del pueblo nuevo mantienen las placas originales de homenaje al franquismo: plaza del Generalísimo, calle de la Victoria, 18 de Julio, Calvo Sotelo, avenida José Antonio Primo de Rivera, y hasta hace pocos años, enfrente del Ayuntamiento, había un monolito con la inscripción: 'Yo os juro que sobre estas ruinas de Belchite se edificará una ciudad hermosa y amplia como homenaje a su heroísmo sin par. Franco'.
Manuel Vaquero, hijo de Belchite, tiene 96 años, y era militante de UGT cuando estalló la guerra. Su padre fue fusilado en 1938 y él fue condenado a 20 años. Estuvo tres años preso en Zaragoza y después pasó un año recluido en el campo de concentración de su pueblo. Construía cañizos y alimentaba el ganado del jefe del campo. 'Cuando se mataba un animal, a los presos sólo nos llegaban los huesos. Nos alimentaban con agua sucia que quería parecer café y acelgas solas, siempre acelgas. Trabajábamos todo el día. A las seis de la mañana tocaban diana y los militares rodeaban el pueblo para que nadie pudiera escapar, aunque algunos, ayudados desde fuera, lo lograron. Los del pueblo que estaban libres debían mostrar un salvoconducto para entrar y salir del cerco. Pasábamos mucho frío y hambre.
Una vez se hubo cerrado el campo, Dragados y Construcciones se hizo cargo de finalizar las obras. Algunos presos liberados siguieron trabajando para esta empresa, dado que con su historial, de rojo y ex presidiario, les hubiera sido muy difícil encontrar otro empleo. Hacían falta avales y recomendaciones para que se pudieran reintegrar a la vida normal. Al mismo tiempo, mientras duraron las obras, los belchitanos siguieron viviendo entre las ruinas del pueblo viejo hasta que se les concedió la nueva casa. Los últimos en marchar lo hicieron en 1964.
Las ruina fueron galardonadas con la cruz laureada de San Fernando aunque se hallan hoy derruidas en un 90 por ciento. En un estado de total abandono y sometidas a vandalismo de todo tipo. Asimismo, muchos vecinos desmontaron prácticamente sus casas viejas cuando les concedieron las nuevas.
Existe también un Belchite subterráneo, ya que durante la guerra, la gente comunicó con túneles las bodegas de las casas para esconderse y poder comunicarse sin riesgo. Bajo tierra, podría haber documentos y objetos de valor histórico sobre el pueblo, la guerra y la vida cotidiana durante el conflicto.
Fuentes
- LA VANGUARDIA: 09/10/2002
- http://es.wikipedia.org/wiki/Belchite
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